La comprensión es una vivencia, no una teoría, pero es una vivencia actual y presente, no una experiencia acumulada en la memoria. Al dedicarnos a mirar de este modo (con comprensión), primero debemos recogernos en Sí mismo y después hacer carne nuestra vivencia. El presente activo proporciona la sustancia, el material a ser observado para llevar a cabo cualquier acción.
La mente lentifica los pensamientos, tanto así que parece estar quieta. No significa que sea una quietud inducida por medio de sistemas o métodos, sino que es producida por el salto de la conciencia objetiva al nivel de la conciencia fundamental.
La compresión no se da cuando el aprendizaje está limitado a las impresiones exteriores, a las que se reciben por medio de los sentidos. Al producirse la apertura del umbral, fluyen destellos de ideas inspiradoras y aparecen sugerencias con soluciones a problemas que la racionalidad no había podido resolver.
Es necesario que no confundamos la práctica espiritual con el objetivo que se busca. Hay una infinidad de técnicas, tanto occidentales como orientales, sin embargo, cualquiera que se use, representa un modo, un mecanismo, no es el objetivo final de vivir desde lo Real. Se acepta que la meditación es un cambio en el campo de la percepción, un medio para pasar de un nivel de conciencia centralizada y cotidiana a otro, al nivel de la conciencia de Sí mismo. Algún experto dirá que la diferencia de estos niveles está en relación a la frecuencia vibratoria de la energía de la cual están constituidos.
Un símil, hay una diferencia obvia entre saber usar herramientas y construir un mueble o edificación con ellas. Del mismo modo, una cosa es llevar a cabo una práctica espiritual y otra es la disposición interior adecuada para que se de la comprensión, con o sin dicha práctica, y que incluso puede no ser coincidente con la comprensión de las personas que se da mediante el uso mental y formal de la racionalidad.
R.Malak
Día a Día con R.Malak 2016 – 6 de enero