Conocerse a Sí mismo es la comprensión de la relación de la conciencia centralizada con lo que uno describe como lo Esencial o Divino. Es un estado de unión. Lo Indescriptible lo reconozco como el principio ontológico de la unidad, sin calificativos, sólo él existe, no se puede comparar con nada concebible, es lo Absoluto que brilla en las distintas formas.

Aunque me complica llamarlo experiencia, esta presenta algunos elementos que son distinguibles. Es inefable, o sea, no es fácil de explicar, es más posible relacionarlo con un sentimiento o con alguna expresión artística o poética. Es un saber nuevo, casi inalcanzable por la deducción intelectual. Si no se asienta en el movimiento de la identidad se vuelve transitorio o, si no se asimila no es posible sostenerlo en la memoria intelectiva disolviéndose con el tiempo. Por último, la persona es arrollada por una iluminación que no reviste confusión emocional ni mental, más preciso es llamarlo plenitud.

Nombrar esto es una cualidad importante, de igual forma es conveniente el intento por clasificar y establecer parámetros para que sirvan de guía. El problema es que esto no es suficiente para lo trascendental, siempre queda algo afuera en ese modo de buscar.

La mariposa de la verdad, clavada en el alfiler de la racionalidad, ya no está viva, y el buscador intolerante se torna en un ente frío y desapegado de la vida, que no soporta las miles de formas distintas de mirar.

R.Malak

Día a Día con R.Malak 2016 – 5 de enero

Comparte
Share